sábado, 6 de septiembre de 2014

Castrelo de Miño ( OURENSE ) y la leyenda de La Fuente de Ana Manana.















Castrelo de Miño ( OURENSE ) y la leyenda de La Fuente de Ana Manana.



Castrelo de Miño está en el corazón del Ribeiro, en el margen izquierdo del Río Miño.
Rodeado de relieves montañosos y resguardado de la influencia oceánica, el cultivo de la vid, que da lugar al famoso vino del Ribeiro, es la característica dominante del paisaje, ocupando casi la totalidad de las laderas y hondanadas en los terrenos de Castrelo de Miño así como las pendientes mejor orientadas y soleadas.
Tierra regada por una densa red fluvial, con un microclima seco y cálido, pero con una humedad durante el período invernal. El punto más alto del municipio es el Coto de Novelle con una altura de aproximadamente 800 metros sobre el nivel del mar.

Historia:

Castrelo de Miño, conocido en la Edad Media como "Castrum Minei", estuvo vinculada a un monasterio dúplice, que perteneció sucesivamente al obispo de Ourense, a la Orden de San Juan de Jerusalén y a la encomienda de Quiroga.
La iglesia de Santa María, en Castrelo de Miño, se halla al pie de la presa. En el año 947 era monasterio de monjas, una de sus más destacadas abadesas fue doña Goto, la viuda del rey de Galicia Sancho Ordóñez. El rey de León, Sancho el Craso, fue envenenado en este monasterio en el año 967. Esta iglesia mantiene parte de la torre románica y un ábside semicircular del siglo XII, con vistosos relieves en los canecillos y metopas. Cuenta con un arco triunfal de medio punto. En el exterior hay relieves románicos. Gran parte de la iglesia fue constuida en 1763, en estilo barroco.
El río Miño marcó la actividad de este municipio. En la Edad Media existió un puente que se derrumbó en el siglo XVI cuyos servicios fueron suplidos por una barca. Más recientemente, a finales de la década de los sesenta, la construcción del embalse provocó que muchos agricultores se quedaran sin sus mejores tierras.

Parque Náutico de Galicia

El Club Náutico Castrelo de Miño, es el Centro Náutico de referencia del interior de Galicia gracias a su gran superficie de agua embalsada y sus amplias y completas instalaciones, reuniendo las condiciones idóneas para la práctica de los deportes náuticos.
Lleva funcionando 18 años y se realizan actividades deportivas con carácter turístico-recreativo y entrenamiento-competición, de vela, remo y piragüismo. Se ofrecen cursos de iniciación y perfeccionamiento todo el año y se realizan competiciones de carácter autonómico y estatal, por lo que se convierte en un lugar perfecto para disfrutar del deporte y la naturaleza.

LA LEYENDA :

La Fuente de Ana Manana.
Allá en tiempos muy remotos, uno de los muchos gallegos que iban a segar en Castilla, al venir de vuelta para su casa encontró en el camino a un señor muy bien vestido que le preguntó de donde era. El segador le respondió que era de Castrelo,(Ourense).
Y dígame, buen hombre, ¿usted sabe algo o conoce donde está el pozo  Meimón?
Sé, sí señor; siempre que voy para Ourense a pagar la renta o a llevar alguna cosa para vender paso por allí.
Entonces el señor entregó al paisano un queso que tenía cuatro cornechos y le dijo
¿Tu quieres ser rico?.
Yo, por querer, quiero, si señor; pero, ¿qué he de hacer para lograrlo?
Pues mira, le dijo el desconocido. No tienes más que hacer que ir al Meimón, y cuando llegues junto a una pequeña fuente que hay entre unas peñas, al lado del camino, gritas: ¡Ana Manana!, ¡Ana Manana! y a la tercera vez se te aparecerá una señora muy hermosa. Tu le darás este queso y ella te entregará después un rico tesoro que tiene allí escondido.
El labriego se rascó la cabeza pensativo. Al fin, mirando al señor le preguntó a su vez:
¿Y no tengo que hacer nada más?
Tienes también que guardar el secreto, sin decir a nadie el encargo que llevar, ni siquiera a tu mujer. Y debes tener mucho cuidado con el queso, porque has de entregarlo entero, porque sino puede traerte desgracia.
Si eso es todo, pues no es muy difícil de hacer.
Pues toma el queso y acuérdate bien de lo que te he dicho.
Le entregó el queso y aún no bien lo había cogido el aldeano cuando el señor que se lo dio desapareció sin saber como.
El buen labriego siguió el camino hacia su casa después de poner el queso en su pañuelo, que ató por las cuatro puntas. Pensando con alegría en la posibilidad de enriquecerse con lo que la dama pudiera darle de su tesoro del Meimón, y un poco preocupado porque el queso no sufriera daño alguno, o por si pudiera hallar en el camino alguien que le preguntara qué era aquello que llevaba tan envuelto, sin saber que decirle. Pero antes de acercarse al Meimón fue a su casa para decirle a su mujer que ya había llegado de Castilla y dejar el dinero que ganó allá, en la siega, pues no quería andar con él en el bolsillo por allí adelante.
Pero las mujeres son el diablo (perdón por esto, pero estoy transcribiendo tal cual... que ninguna mujer se sienta ofendida, por favor y la suya, en cuanto vio el envoltorio que llevaba su marido, preguntó que era lo que traía.
Es un recado, una cosa que tengo que entregar. ¡No sea el diablo que lo toques! y subió al sobrado para guardar el dinero.
Pero la mujer aprovechó el momento para mirar que había en el pañuelo y cuando vio que era un queso cogió un cuchillo y cortó un pedacito; uno de aquellos cornechos que tenía, pensando que nadie notaría aquella falta.
El hombre bajó del sobrado, cogió su envoltorio sin pensar en lo que pudiera haber hecho su mujer y salió al camino del Meimón, pues ya le tardaba cumplir el encargo y recibir el premio del tesoro.
Al llegar a la fuenteculla llamó tres veces: ¡Ana Manana! ¡Ana Manana! ¡Ana Manana!.
Y sintió un escalofrío cuando vio aparecer ante si a aquella señora hermosísima, cubierta con una linda vestidura blanca, que talmente parecía una santa del altar o una reina con cara de ángel.
¿Por qué me llamas?. Le preguntó de mal humor, como si no le agradara que la hiciera salir de su oculta morada
Es para darle este recado que un señor que no sé quien es me entregó para usted
Ella abrió el pañuelo y al ver el queso con el cornecho cortado, le increpó encolerizada:
¿Qué me traes aquí? ¡La has hecho buena! ¿No te han dicho que no le tocaras al queso? Este era el caballo que habría de sacarme de este encierro, pero tu no has cumplido el encargo como te mandaron; tu fuiste primero a casa y tu mujer le comió una pata.
Y, en efecto, puso el queso en el suelo y se convirtió en un magnífico caballo blanco; pero le faltaba una pata.
 ¡Mira, mira!, díjole irritada. Ahora tengo que quedarme para siempre entre estas peñas y tu has perdido el tesoro que había de darte. Sin embargo, por el servicio que me has hecho toma esta faja y pónsela a tu mujer cuando esté para parir. No puedo darte otra cosa.
Y desapareció ella y el caballo cojo sin que el pobre hombre viera por done se habían marchado.
El labriego se desesperaba pensando en el daño que su mujer había hecho, tanto a la señora como a ellos mismos; bien merecía una buena tunda. Pero como estaba en meses mayores, trató de calmarse pues no era cosa de exponerse a un mal más grave y, refunfuñando, se dirigió a su casa resignadamente. Pero acordándose de la faja se le ocurrió envolverla en un alcornoque para ver como era. ¡Ay pobre de él si se la hubiera puesto a su mujer! Aún no bien le diera la última vuelta a la faja cuando el árbol y la faja ardieron en una rápida y violenta llamarada.
Y desde entonces aquella fuente del Maimón es llamada “A fonte de Ana Manana”

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